Ven Francisco a tus hermanos, visita a los pobrecillos.
Ven, traspasado de amor por las heridas de Cristo,
como nueva primavera después del invierno frío…
Ven, que los hombres te vean por el mundo, peregrino,
liberado, sin alforja, sin dinero en el cinto
y anuncia la paz y el bien con los labios florecidos.
Ven, con los brazos sin armas, hermano suave y pacífico;
ven, menor de los menores, de corazón compasivo,
profeta sin amargura, ven con el ramo de olivo.
Ven, penitente gozoso, que lloras de regocijo,
heraldo loco de amor y paz de los enemigos.
Ven por los barrios y plazas, juglar del perdón divino;
ven, ángel de buenas nuevas, háblanos de Jesucristo;
ven, boca del Evangelio, cristiano sabio y sencillo,
hermano tan deseado, Francisco, tan bien querido.
Amén”.